A partir de cierta edad las personas entran en la etapa de la tercera edad en la que es importante fomentar la independencia y la autonomía de este sector de la población, reforzar su vida social y no dejar que se aislen.
El papel de los psicólogos es importante en las residencias de ancianos y en los centros de la tercera, aunque también fuera de ellos.
Los psicólogos juegan un papel fundamental para que una persona acepte el envejecimiento y entienda que es una etapa más, pero no por ello se acaba nada, todo lo contrario, hay que seguir aprendiendo, mantenerse ocupado y aumentar la calidad de vida.
Lo que puede hacer un psicólogo durante una consulta o terapia suelen ser centrarse en las habilidades cognitivas y sociales de esa persona, en si participa en eventos sociales y analizar lo que hace en el día a día.
Un psicólogo profesional realizará un diagnóstico emocional y conductual de la persona en cuestión y elaborará un informe psicológico detallado para analizar sus carencias o el estado en el que se encuentre así como detectará posibles síntomas del Alzheimer y actuará en consecuencia.
Además marcará los objetivos terapéuticos y evaluará una serie de programas de psicoestimulación individual y grupal.
Podrá establecer estrategias de intervención con la persona mayor y preparar una serie de actividades para potenciar sus habilidades y que sea lo más autónomo posible dentro de las posibilidades de cada uno.
Para las personas que están en residencias de ancianos es importante, aunque en un principio pongan resistencia, insistirles para que participen en los talleres de manualidades, de lectura, en eventos y en todos los actos que tengan lugar, para que se relacionen con los demás y no se aislen socialmente.
Además hay que evitar que caigan en la soledad y en la depresión, que estén solos y que pierdan sus habilidades de comunicación, relación, movimiento y desarrollo.